viernes, 16 de diciembre de 2016

The scars will stay forever

La última vez que pasamos juntas una Navidad fue en el 2010. Es curioso, porque justo unas semanas antes habíamos visto a Tokio hotel juntas y viví contigo uno de los mejores días que he tenido en la vida. Quizá en ese entonces el cáncer ya estaba ahí, pero ni tú ni yo lo sabíamos.
 
A veces siento rabia. No comprendo por qué tenía que pasarte a ti y por qué ni mi papá, ni yo, ni los médicos pudimos hacer algo para que te quedarás, aunque fuera un poquito más, con nosotros. Otras veces siento nostalgia, porque tuve a la mejor madre de todas, una que supo manejar mis peores momentos y que me enseño que en el mundo nadie debe ser más importante para mí que yo misma. Pero la mayoría de las veces siento alivio. Si, alivio porque hace mucho que dejé de tener miedo.