viernes, 11 de diciembre de 2015

Collar full: Nueve.

Por fiiin el capítulo 9 está viendo la luz, después de 9 meses que la historia estuvo en hiatus (en thficción, i mean: http://www.thficcion.com/viewstory.php?sid=1013&chapter=9).

Mención y dedicación especial del noveno capítulo a Dannie y Aidmar, que lo leyeron antes que todos y le dieron mucho amor. Mil gracias por su amistad y su apoyo.

Capítulo 9


—¿Qué tanto ha tomado tu hermano? — Ria, sentada a mi lado, se ríe un poco mientras observamos a Bill tambaleándose hacia la cocina con la excusa de traer otra botella de tequila.

—Creo que bastante. — Nos reímos y luego nos sumergimos en un silencio incómodo. Tengo muchas, demasiadas preguntas para ella que no me atrevo a pronunciar. No sé por dónde empezar: “Oye Ria, siento que Bill y tú me esconden algo” o qué tal, “oye Ria, ¿qué pasó entre mi hermano y tú cuando yo no estaba en Los Angeles?”. Es decir, yo tenía el presentimiento de que Ria ya sabía sobre Bill y yo. Y, sinceramente, no comprendía por qué ella estaba sentada a mi lado en el sofá de nuestra casa, portándose como si nada y sin si quiera haberme hecho alguna escena de celos intensos como es su costumbre. Además, ¿no habíamos terminado antes de que yo volviera a Alemania?

—Vamos, pregúntalo ya.

—¿Por qué estás aquí?

—Bill me invito. — se encoge de hombros y evita mi mirada fingiendo que toma de su vaso ya vacío.

—¿Y por qué te invito? ¿Qué pasó, por qué estás tan… diferente conmigo?

viernes, 4 de diciembre de 2015

Collar full: Ocho.

Demasiado pronto llego el momento de publicar el octavo capítulo.

Capítulo 8


Antes de volver a Alemania, yo era una persona nocturna. Me pasaba durmiendo de día y vivía por las noches, igual que Bill. Aunque me acostumbre muy pronto al cambio de horario y a invertir el patrón una vez que llegue aquí. A Bill tampoco le costó tanto. Y es por eso que se siente tan extraño tener insomnio a estas alturas del partido.

Son las 3:22 am. Como Bill no podía dormir para siempre en nuestra sala, se ha comprado una cama y la instaló en mi recamara, a medio metro de distancia de la mía. Sólo han pasado quince días desde que llegó y quizá fue demasiado pronto que se mudara aquí, pero la recamara de Gustav es más pequeña que esta y no había modo de meter otra cama ahí. Y en la habitación de Georg no podía estar si queríamos evitar que estallara la tercera guerra mundial. La situación entre ellos se estaba poniendo cada vez más incómoda y yo estaba plantado en medio sin saber cómo intervenir.

Así que Bill termino en mi habitación.

— ¿Estás despierto? — su voz suena como la de un niño que va a la cama de sus padres después de tener una pesadilla. Me doy la vuelta para dejar de darle la espalda. En la oscuridad apenas distingo su delgada silueta debajo del edredón y sus pequeños ojos somnolientos buscan los míos, solo con la ayuda de la tenue luz que entra por la ventana.