Mención y dedicación especial del noveno capítulo a Dannie y Aidmar, que lo leyeron antes que todos y le dieron mucho amor. Mil gracias por su amistad y su apoyo.
Capítulo 9
—¿Qué tanto
ha tomado tu hermano? — Ria, sentada a mi lado, se ríe un poco mientras
observamos a Bill tambaleándose hacia la cocina con la excusa de traer otra
botella de tequila.
—Creo que
bastante. — Nos reímos y luego nos sumergimos en un silencio incómodo. Tengo
muchas, demasiadas preguntas para ella que no me atrevo a pronunciar. No sé por
dónde empezar: “Oye Ria, siento que Bill y tú me esconden algo” o qué tal, “oye
Ria, ¿qué pasó entre mi hermano y tú cuando yo no estaba en Los Angeles?”. Es
decir, yo tenía el presentimiento de que Ria ya sabía sobre Bill y yo. Y,
sinceramente, no comprendía por qué ella estaba sentada a mi lado en el sofá de
nuestra casa, portándose como si nada
y sin si quiera haberme hecho alguna escena de celos intensos como es su
costumbre. Además, ¿no habíamos terminado antes de que yo volviera a Alemania?
—Vamos,
pregúntalo ya.
—¿Por qué
estás aquí?
—Bill me
invito. — se encoge de hombros y evita mi mirada fingiendo que toma de su vaso
ya vacío.
—¿Y por qué
te invito? ¿Qué pasó, por qué estás tan… diferente conmigo?
Ella sonríe,
baja la mirada y se ruboriza. No entiendo. Es una situación demasiado bizarra y
Ria está muy diferente a como la recordaba.
—Tom, todo
este tiempo yo supe que no me querías, que estabas conmigo por compromiso o
para aparentar, aún no estoy segura de por qué pero sí sé que no teníamos una relación
porque lo quisieras. —Me siento un poco culpable cuando veo su sonrisa
desvanecerse, cuando noto en su mirada lo desilusionada que está de que el
chico que fue su novio por un par de años nunca la haya querido de verdad. —Por
eso, cuando me dijiste que te ibas, llamé a Bill. No inmediatamente pero si
unas semanas después.
Lo sabía.
Agradezco infinitamente que la música que Bill había insistido en poner sonara
tan tenue y que pueda escuchar a Ria a la perfección.
—Al
principio él no quería hablar conmigo, pero yo insistí. Contrario a lo que tú o
tu hermano piensen de mí, yo no soy tonta Tom. Me di cuenta que algo andaba mal
en nuestra relación desde hacía mucho tiempo pero no dije nada porque te amaba.
Te amo todavía, ¿sabes? No eres alguien fácil de superar.
Por primera
vez desde que conocía a Ria, pensé en lo cruel y egoísta que había sido con
ella. Ni siquiera yo sabía exactamente por qué había pretendido que nuestra
relación era real. Quizá parecía sensato intentar olvidar a Bill o por lo menos
atenuar su presencia en mi mente si tenía a alguien con quién pasar el rato.
Obviamente no fue así.
—Fue un par
de días después del incidente con Matt que Bill por fin accedió a verme. En
cuanto lo vi me di cuenta que algo no andaba bien. Reconocía perfectamente la
expresión de su rostro, porque yo la había visto muchas en el mío cuando
pensaba en lo nuestro…
—¿Qué viste,
exactamente? —voltea a verme, un poco molesta por la interrupción, pero aun así
se queda un momento pensando su respuesta.
—Desolación.
Ahora me
daba cuenta que en realidad Bill y yo nunca estuvimos desconectados. Yo también me había sentido desolado muchas veces
estando lejos de él, aun cuando tenía a Gustav y a Georg cerca para apoyarme
cada segundo. Y entonces me imagino a Bill, solo, después de que una persona en
la que confiaba intentara abusar de él y no tuviera a absolutamente nadie a su
lado para ayudarlo a continuar. O bueno, pensándolo mejor si tenía a alguien.
La persona que yo menos hubiera imaginado que estaría ahí para Bill cuando yo
no lo hacía.
—Hable con
él. Estaba tan destrozado que no tardo en contarme todo sobre ustedes, desde
aquella noche donde todo inicio hasta el momento en el que decidiste que
alejarte de él era lo más apropiado. Luego pasamos la noche juntos.
—¿Perdón?
—Ria comenzó a reírse y yo también, después de suspirar de alivio al darme
cuenta que había malinterpretado sus palabras.
—Se quedó
dormido y yo me quede con él. A la mañana siguiente, cuando recordó que le
había contado todo a una persona en la que quizá no debía confiar se puso muy
bruto. Estaba asustado. Pero yo le prometí que su secreto estaba a salvo
conmigo y luego lo convencí de que no había otra opción más que hacer lo
posible por ir a Alemania y recuperarte. Creo que el resto ya lo sabes.
El hecho de
que Ria supiera acerca de Bill y yo y aun así actuara como si nada era bastante
perturbador. Tenía curiosidad de saber qué era exactamente lo que ella pensaba.
—¿No estás…
no piensas que estamos… que somos unos enfermos?
Ella negó
con la cabeza. —Ni siquiera estoy sorprendida. Siempre supe que amabas a
alguien más y más de una vez sospeche que ese alguien era Bill.
—¿Tan obvio
soy?
—Ambos lo
son. Pero con el tiempo aprenderán a disimular mejor. —Por un momento tengo
miedo de que esté fingiendo, que esté planeando una venganza con la información
que tiene en sus manos. Después la veo directamente a los ojos y veo en ellos
que está siendo completamente sincera. —¿Bailamos?
Ria recarga
su cabeza en mi hombro mientras nos movemos con pequeños pasos. Sé que nos
vemos un poco patéticos bailando abrazados a la mitad de la sala, pero estoy
consiente también de que estoy en deuda con ella. No sólo por todo lo mal que
me porté durante nuestra relación, sino también por haber estado ahí para mi
hermano.
—Lo siento.
—le digo, con la voz tan baja que temo que no me haya escuchado.
—¿Lo
sientes? —su mirada encuentra la mía cuando retira su cabeza de su posición
anterior.
—Eres
hermosa, Ria. Y lamento no poder corresponder el cariño que sientes por mí.
También lamento que hayas perdido tanto tiempo conmigo, en una relación que no
iba para ninguna parte.
—Para nada,
no pienso que haya perdido mi tiempo contigo. Al contrario, tú y tu hermano me
han hecho creer de nuevo; en el amor, en que cada persona está destinada a otra
y en que, aun cuando las circunstancias no sean las más favorables, siempre
habrá una forma de alcanzar lo que se quiere.
—¿Te comiste
un poeta o algo?
Ella se ríe.
—Que idiota, Tom. Siempre arruinando los momentos.
'Cause there's always time for
second guesses I don't wanna know
If you're gonna be the death of me, that's how I wanna go
If you're gonna be the death of me, that's how I wanna go
Ria, Bill y
yo tenemos una noche un tanto extraña. Jamás me hubiera imaginado que me
pasaría horas bebiendo y riendo con mi ex novia y mi hermano que ahora también
es mi pareja. Sobre todo me sorprende la naturalidad con la que Ria se ha
tomado mi relación con Bill y la confianza con la que los dos nos comportamos
frente a ella. Nunca había besado a Bill tan intensamente con público presente,
ni siquiera frente a Georg o Gustav.
Decidimos
irnos a las habitaciones cuando las cosas comienzan a subir de tono. Ria se va
a dormir a una habitación que está al otro lado del pasillo de donde está la
nuestra. El alcohol me tenía un poco atontado, pero me encontraba lejos de
estar borracho. Bill en cambio se tambaleaba ligeramente al caminar y soltaba
risitas tontas por cualquier cosa.
Me quede
acostado en la cama mientras Bill iba al baño. Habíamos adoptado mi antigua habitación
como nuestra, así que en las paredes había fotografías de la banda a través del
tiempo y de Bill y yo. Las miré todas, sonriendo con los recuerdos que me traía
cada una.
Bill pronto
se me unió en la cama y a pesar de que algunos de sus movimientos seguían
siendo un poco torpes, logra trepar desde los pies de la cama hasta la cabecera.
Tan pronto como su cara está frente a la mía, Bill une nuestros labios y lo que
empieza como un simple roce se convierte en un beso profundo, donde su saliva y
su aliento alcohólico disimulado con la pasta dental se mezclan con los míos.
Sus caderas
comienzan un vaivén contra las mías, rozando nuestros miembros sobre la ropa.
Bill suspira, dejando salir ligeros gemidos mientras nos besamos y
acariciándome la cara, el cuello y el cabello. Yo llevo mis manos al borde de
sus pantalones holgados y luego las llevo hacía su trasero por dentro de éste.
El maldito no lleva ropa interior.
No hemos
tenido sexo todavía, pero hemos estado a punto muchas veces. Bill encuentra extremadamente
difícil controlarse, especialmente en momentos como este cuando ninguno de los
dos tiene ánimos de detenerse a pensar en lo que pasara y simplemente nos
dejamos llevar por las ganas que tenemos el uno por el otro.
Quitó las
manos de su trasero y en cuanto las tengo libres me dedicó a desnudarle.
Primero su camiseta, luego el pantalón. Me tardo menos de un minuto porque Bill
ya había adelantado esa tarea en el baño, quitándose la ropa interior y los
zapatos. Una vez que está libre de cualquier tipo de tela, devuelvo mis manos a
lo bajo de su espalda y lo empujo ligeramente para sentir su entrepierna contra
la mía, ambas endurecidas y separadas solo por la mezclilla de mis pantalones.
Bill se
apresura a romper el beso y me dice algo que no entiendo muy bien, pero que
suena como “es mi turno” y comprendo a que se refiere cuando se sienta a
horcajas sobre mis muslos y tira de mi camiseta hasta sacarla sobre mi cabeza,
lazándola hacia alguna parte de la habitación. Luego junta sus labios con los
míos otra vez, incluso con más intensidad que antes. Pero el beso dura apenas
unos instantes. De repente el aliento de Bill ya no está en mi cara sino que
puedo sentirlo en mi abdomen, así que me apoyo en mis codos y levanto el torso
para encontrarme con Bill desabotonando mi pantalón y bajándolo lo suficiente
como para que mi erección pueda salir.
Mi hermano
no pierde ni un segundo. Me sorprende la rapidez con la que libera mi pene de
la tela y lo atrapa en su mano, solo para encerrarlo de nuevo pero esta vez en
su boca. No sé si existan palabras en este o en cualquier otro idioma que
puedan describir lo que siento cuando Bill hace eso. Sé que no lo ha hecho
antes con alguien más porque desde la primera vez se mostró muy inexperto, pero
este tipo de sexo sí que lo hemos practicado. Tanto él como yo.
Los brazos
empiezan a temblarme y ya no puedo sostenerme más. Me dejó caer otra vez en el
colchón, mi espalda se arquea cuando Bill succiona un poco más fuerte o usa
ligeramente los dientes. Me cubro los ojos con una de las manos y con la otra
acaricio el cabello de Bill, que mueve la cabeza de muchas maneras; de arriba
abajo, de un lado a otro, lento, rápido. En momentos como este podría olvidar
hasta como me llamo. El placer es demasiado.
Bill libera
mi pene y en un momento lo tengo sentado sobre él y con su cara frente a la mía otra vez. Tiene una pierna a cada
lado de mi cuerpo y me dice en un tono tan suave que me hace estremecerme:
—descúbrete los ojos.
Y aunque yo
quisiera hacerlo, sé que verlo con los labios ligeramente enrojecidos y húmedos
por lo que estaba haciendo hace un rato hará que me corra. Niego con la cabeza,
haciéndolo reír un poco. Bill toma la mano que tengo sobre la cara y se lleva
el dedo índice y medio a la boca, los succiona de una forma similar a como
succionaba mi miembro hacía menos de dos minutos y yo, con los ojos cerrados
fuertemente, solo dejo que controle mi cuerpo como quiera.
Cuando los
dedos están del todo ensalivados, Bill me pide de nuevo que abra los ojos para
ver lo que viene ahora. Sé lo que sigue, sé que no podré soportar mirarlo sin
correrme, pero aun así hago lo que mi hermano quiere.
Con los ojos
abiertos, Bill me jala por los hombros y yo logro sentarme en la cama con el
peso de Bill en mis muslos. Él enreda sus piernas en mi cintura y guía mis
dedos húmedos hasta el pequeño agujero en su trasero. Ok, a esto nunca habíamos
llegado antes. La situación me descoloca un poco pero comienzo a introducir uno
de mis dedos. Bill eleva sus caderas cuando siente la intromisión, provocando
que mi pene choque con el suyo. Ambos soltamos un gemido y él coloca sus manos
en mis hombros.
Todo lo que
siento por Bill se resume a este instante. Estamos completamente expuestos el
uno con el otro, totalmente desnudos, no solo física sino también emocionalmente.
Y es curioso porque ninguno siente que esto esté mal, que sea algo incómodo o
que deba detenerse. Nos complementamos tan bien que incluso aunque no hayamos
llegado hasta el final, aun cuando solo estoy penetrándolo con mis dedos y él
tiene la cabeza recargada en mi hombro mientras bombea mi miembro con su mano y
yo el suyo con la mía que está libre, sentimos que estamos rozando el cielo con
las yemas de los dedos.
—Tom… me voy
a correr. —Ni siquiera termina la frase cuando yo ya estoy corriéndome en sus
dedos. —Aah. —Bill gime y se corre enseguida de mí.
Bill deja
caer todo su peso en mi pecho después de que su orgasmo termina y yo me acuesto
en la cama con su cuerpo sobre el mío. Deja pequeños besos en mi clavícula,
después se retira un poco para tomar las sábanas que están al pie de la cama y
cubrirnos a los dos.
Su
respiración se desacelera paulatinamente, el sudor de su cuerpo se evapora y
parpadea lentamente. Comienza a quedarse dormido junto a mí y es aquí, justo en
este momento, cuando sé que estoy completo. Que a mi vida por fin ya no le hace
falta nada más.
Akjsfelñ LARISSA. Ya te deje un coment en thficcion pero quise venir aquí y dejarte otro. Tu fanfic me encanta. Fin. ❤ gracias por la dedicatoria ! Te quiero
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