Capítulo
3.
— ¿Ya estás listo? —esta era la séptima
vez que entraba a la habitación de Bill, solo para encontrarme con que se había
cambiado los pantalones de nuevo, sus pies aún estaban descalzos y su cara
libre de maquillaje. Todo junto un augurio de que tendría que esperar por lo
menos una hora más.
—No, Tom. No puede decidir cuál
pantalón luce mejor con esta camisa —para mí no había diferencia alguna por más
que mirara. Estuve tentado a decirlo pero no quería perder más tiempo
discutiendo.
—Bill, el avión de Georg y Gustav
aterrizó hace diez minutos, es cuestión de que bajen y consigan su equipaje,
tenemos que irnos ya— para Bill mis palabras fueron como el sonido de una mosca
que lo distraía de su tarea, me ignoro por completo y continuo revisando entre
su ropa —tenemos que salir en cinco minutos. El aeropuerto nos queda a 20, no
creo que haya problema si los hacemos esperar solo un poco…
— ¿Y por qué no mandas a Markus por
ellos? Sinceramente no veo cual es la necesidad de que nosotros tengamos
que recogerlos— Primero pensé que cabía la posibilidad de que Bill estuviera
bromeando. Pero no. Lo decía bastante en serio y me miraba esperando que yo,
como siempre, le dijera que tenía razón y le diera la orden a nuestro
guardaespaldas. Él de verdad creía que yo no era independiente, que no podía
siquiera salir de la casa sin él. Pues estaba muy equivocado.
—Ok, tienes razón. No tenemos
que ir por ellos porque puedo ir solo —me di la vuelta y caminé hacia la
puerta, sin esperar para ver la cara que Bill había puesto con mi respuesta.
Pero antes de salir voltee a verlo de nuevo y le dije: — ¿quién diablos eres
ahora? El Bill que yo conozco estaría ansioso por ver a sus mejores amigos y
jamás enviaría a alguien para recogerlos—. No esperé una respuesta,
simplemente me largué de ahí.