La canción que lo inspiró y le dio nombre: Collar full - Panic! At the disco
Capítulo uno.
Definitivamente me encuentro en la cama
de hotel más cómoda de la historia. Quisiera poder tener la oportunidad de
dormir en ella, pero el insomnio ha decidido pasar la noche conmigo. Estoy
tremendamente agotado, me duelen los dedos, las piernas, las mejillas y si el
cabello pudiera doler, también lo haría.
A veces mis noches en vela me ayudan a
aclarar mi mente, a darme cuenta de que todo lo que estoy viviendo es verdad.
Mientras otros chicos de 16 años van al colegio e invitan chicas a salir, yo
tengo una banda. Y estoy perdidamente enamorado de mi hermano menor.
Mi banda es famosa por todo el mundo.
Tenemos miles de fans y muchas de ellas hacen cosas inimaginables para pasar un
solo segundo con alguno de nosotros. Viajamos, damos conciertos, vamos a entregas
de premios y nos pagan por vivir nuestro sueño. Es algo increíble.
Pero tener tanta atención no siempre es
tan bueno como parece. Hace unas horas le dije a Bill lo que sentía por él. Le
dije que lo amaba más que a un hermano con toda la naturalidad del mundo, como
si estuviera diciéndole que amaba la leche con chocolate. Su respuesta fue un
simple ‘yo también’ y ambos nos paralizamos. Yo esperaba cualquier cosa, que me
odiara, que me gritara o que se riera en mi cara, pensando que estaba bromeando.
Pero no, Bill me correspondía y ya saben lo que dicen, no hay mejor sentimiento
que amar y ser correspondido.
Pero él dijo que lo nuestro no podía
ser. Me hizo elevarme tan alto, creyendo que nuestro amor nos conduciría a una
felicidad tan profunda que lastimaría y luego me dejó caer para estamparme
contra la dura realidad. El incesto es malo, muy malo. Lo es entre padre e
hija, entre hermano y hermana, es peor entre hermanos gemelos.
No comprendía. Él y yo habíamos peleado
juntos contra todos los obstáculos que en nuestra corta vida se nos habían
puesto en frente. Habíamos librado el divorcio de nuestros padres, los abusos
en la escuela y ser tratados como niños en una industria llena de adultos que
creen saberlo todo, habíamos salido casi ilesos de eso, ¿por qué no podríamos
pasar una prueba más?
Antes de besarme, Bill dijo que sería
la primera y la única vez que lo haríamos. No duró más allá de unos segundos,
pero aquel beso marcó un antes y un después en mi vida. Yo estaba completamente
seguro de que jamás tendría suficiente de esos labios y de que nunca podría
besar alguien más y sentir algo así.
Las luces y la música eran
demasiado fuertes, el lugar me ponía incómodo y miraba mi reloj a cada minuto
solo para torturarme un poco más. No estaba seguro de poder seguirles el paso a
los demás.
—Tom, ¿y si bailamos? — Ria se había
hecho un cambio extraño en el cabello que pasó de ser castaño a pelirrojo y se
le veía fatal. Pero no se lo digo principalmente porque me importa un carajo. A
Simone le entusiasma que su hijo por fin tenga una novia después de 23 años de
no presentarle a ninguna chica. Mi fama de ‘player’ engaña hasta a mi madre y
ella cree que ya era tiempo de sentar cabeza. Pues ella no sabe nada.
—No — le respondo, sin siquiera voltear
a verla.
—¿Cuándo te volviste un amargado? —
contengo las ganas de contestarle que me hostiga su presencia y que mi vida
sería considerablemente más sencilla si no tuviera que salir con ella para
aparentar. Lo que siento por ella no va más allá de ese cariño que te surge
cuando convives demasiado con alguien y al final terminas acostumbrándote a su
presencia, aun cuando sabes que si se ausentara no habría cambio alguno en tu
vida. No recuerdo exactamente cuánto tiempo hemos estado “saliendo” y realmente
no es algo que haya significado algo para mi.
Salgo del lugar sin ver a ninguno de
los otros. Voy a volver a casa y seguro alguno podrá llevar a Bill, no me
importa. Últimamente mis sentimientos por él me han asfixiado hasta el grado de
ponerme en un estado permanente de mal humor. Estoy harto de todo.
Mientras voy manejando no puedo dejar
de pensar en todo lo que ha pasado desde que Bill y yo nos confesamos.
Por supuesto, intenté convérselo varias veces de que podríamos mantener
perfectamente una relación sin levantar sospechas, pero el muy cobarde se negó
siempre. Lo odio. Odio que mis ganas de vivir estén en sus manos.
Lo primero que se me ocurre es hacer
una video llamada con Georg. A pesar de la distancia, sigue siendo la única
persona a la que puedo contarle sobre Bill sin que me mande a ver a un
psiquiatra o a la cárcel, en el peor de los casos.
—Según mis cálculos, en tu parte del
mundo son las 2:07 am, Kaulitz. ¿De vuelta a la vida nocturna? — mi amigo
se acomoda los anteojos y se pone cómodo en su asiento. Es bastante raro verlo
sin su larga cabellera y con dos cristales frente a los ojos, pero sigue siendo
el tipo que aguantaba mis bromas pesadas y pensaba que yo era el chico más
divertido del planeta. Sé que está enamorado de mí aunque lo niegue.
—No exactamente.
—¿Qué paso con Bill está vez? — con el
tiempo, Georg ha desarrollado una habilidad para saber cuándo las cosas no van
bien entre Bill y yo incluso a través de una pantalla. Es algo comprensible
pues viajamos por todo el mundo juntos más de una vez, pero Georg además tiene
talento para escuchar, entender y
decir cosas que en serio ayudan.
—Bueno, salimos con ‘nuestros’ amigos.
También iba Ria. Y él… él no tiene ningún problema con ignorarme, ¿sabes? Él simplemente
se larga con los demás y me deja con ella, es como si yo fuera una especie de
chofer o sirviente, ¿comprendes? — Georg asiente y mueve su mano en un gesto
que dice: ‘relájate, ¿ok?’. —Yo no sé cuál es el maldito problema. Me mudé a
este país por él, cambié toda mi vida por él.
—El problema, Tom, es que tú sigues
esperando que él te acepte. Que
su relación vaya más allá de lo fraternal. Pero tienes que entender que no lo
puedes obligar porque… —
—Eso es pura mierda. Él me dijo que
también me amaba — no me gusta interrumpir a Georg cuando está especialmente
filosófico, pero no necesito que alguien además de Bill me diga que yo soy el
problema. Que soy yo el que
tiene que dejar de aferrarse a algo que jamás podrá ser.
—Tom, eso fue hace siete años. Ustedes
tenían 16 y las hormonas y la falta de una vida de adolescente normal los hizo
creer que lo que sentían por el otro era algo más que un amor de hermanos. Creo
que Bill ya lo asimiló del todo pero tú sigues viviendo en el pasado…
—¿De qué lado estás? Creí que habías
sido tú el que dijo que tenía que luchar por Bill si era lo que en serio
quería. ¿O me equivoco? — Georg peina su cabello hacia atrás con su mano
derecha y evita mirarme a través de la cámara. Lo último que necesito en este momento
es que alguien más se harte de mí.
—Estoy de tu lado, Tom. Por eso te
estoy diciendo esto. No me siento bien sabiendo que mi mejor amigo tiene el
ánimo por los suelos todos los días.
Es la primera vez que hablar con Georg
no me ayuda en lo absoluto. Ahora ya no sé qué hacer para sentirme un poco
mejor y dejar esta frustración a un lado. Todo sería mucho más sencillo si Bill
cediera…
Por la mañana buscó a Bill en la casa y
no lo encuentro. Su cama está intacta y presiento –estoy seguro, pero no lo quiero
aceptar- que no ha llegado a dormir. Por un instante pienso que pudo haberle
pasado algo malo porque me fui y no tenía como volver, pero lo olvido de
inmediato. Él se quedó con alguien.
Bill se aparece a las seis de la tarde
con la misma ropa de la noche anterior y unas ojeras terribles le adornan los
ojos.
—¡¿Dónde te metiste toda la noche?!
—intentó controlarme, pero el grito me sale solo y siento ese nudo que se
empieza a formar en mi estómago. Malditos celos.
—Tuve que dormir en casa de un amigo porque
alguien me dejo botado en un bar a las dos de la mañana. A mí y a su simpática
novia — su voz es profunda, se nota que tiene la resaca de su vida. Eso o
estuvo en la cama con alguien.
—¿La casa de qué amigo? — me mira
atónito mientras se detiene frente a las escaleras.
—Un amigo. No lo conoces — él me da la
espalda y empieza a subir las escaleras como si llevara plomo en los zapatos.
Está loco si cree que me voy a conformar con eso.
—¡Dime su maldito nombre! —no es mi
intención gritar tan alto. Mi voz es grave de por sí, gritando siento que los
vecinos pueden escucharme.
—¡Se llama Matt, ¿ok?! —Sé que Bill me
ha respondido porque solo quiere que la discusión no se prolongue. Quiere que
lo deje en paz para poder irse.
—¿Y desde cuando conoces a ese tal Matt?
Porque no puedes pasar la noche en casa de un extraño que… —.
—¡Ya basta Tom! —me interrumpe. Me mira
enojado y continua —estoy tan harto de ti. Soy lo bastante mayor para cuidarme
solo y si de verdad te preocupa que pase la noche en casa de algún extraño,
entonces deberías considerar no abandonarme en mitad de la noche sin un centavo
para volver a casa.
—No quiero que te pase nada, ¿está
bien? —camino hacia él mientras hablo, intentando lo mejor que puedo
tranquilizarme. —La ciudad es peligrosa, tú sabes que si algo llega a pasarte,
yo… — pongo mi mano sobre su hombro y él se retira al instante. Quiero tocarlo,
quiero abrazarlo, quiero decirle cuán importante es para mí. Todo el enojo en mí
se desvanece tan rápido como surgió y en un instante el arrepentimiento por
hablarle a Bill de aquella forma ocupa su lugar.
—Ya sé a dónde quieres llegar — su
vista está en el suelo y sus manos aferradas al barandal de la escalera
—entiende que lo que quieres de mí no lo vas a obtener nunca.
Bill huye antes de que pueda decirle
algo más. Ojalá él comprendiera que lo que siento por él no se puede borrar. Y
no me importa si han pasado siete años, mis sentimientos van más allá del
tiempo. Normalmente la gente se enamora y recuerda el día en que esa persona
llegó a su vida para cambiarla por completo, pero… ¿cómo voy a saber eso yo?
Bill no llegó a mi vida, él estuvo en ella desde el verdadero principio,
yo no he conocido una vida sin Bill y definitivamente no quiero conocerla.
¿Cómo hago para dejar de amar a alguien que es parte de mí, con quién lo he
compartido todo?
Sentir su rechazo es definitivamente la batalla más dura que me ha
tocado vivir. Y es aún peor porque no lo tengo a él para pelearla conmigo.
Bueno, ese fue el primer capítulo. God grant me the serenity to finish what I started!
Larissa C.B.
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