viernes, 2 de octubre de 2015

Endlessly

Quiero empezar octubre de la mejor manera y bueno, este one-shot es de mis favoritos. Al inicio quería que fuera un long fic, pero tenía (tengo) a "Collar full" estancado y no quise meterme en más problemas.

La canción que inspiró este fic se llama Endlessly de una magnifica banda que descubrí hace poco pero desearía haberla escuchado antes: The Cab. Todas sus canciones son asombrosas, seguro escribiré más con ellas de fondo.


Capítulo único

Las palabras en el pizarrón parecían escritas en árabe. Bill alternaba la vista entre estas y el reloj de manecillas que colgaba en un rincón del salón. Las 12:40 pm. Faltaban exactamente 20 minutos para que la clase terminara y sin embargo para Bill era como si faltaran dos días. Observó cada movimiento del minutero del reloj esperando que avanzara un poco más rápido con cada minuto que pasaba. Confirmó la hora en el reloj de su celular con la vaga esperanza de que en realidad fuera más tarde, pero ambas eran exactamente iguales.

El resto de los  chicos en el salón de clases tomaban apuntes y al menos la mayoría parecía estar escuchando lo que la profesora decía. Eso ponía a Bill aún más desesperado y ya le era imposible contener los bufidos de cansancio que salían de sus labios entreabiertos.

El timbre apenas empezaba a sonar y Bill fue el primero en salir por la puerta, dejando atrás a sus compañeros que apenas guardaban los cuadernos en la mochila. En el pasillo se encontró con otro retraso: aglomeraciones de alumnos formando nudos humanos que impedían el flujo de personas. Tuvo que abrirse paso a empujones, buscando huecos en los que escabullir su delgada figura y soltando un montón de “lo siento” cuando golpeaba a alguien más fuerte de lo que era su intención.

Se apresuró a lanzar sus libros una vez que logró llegar a su casillero. Se miró en el pequeño espejo que tenía en la puerta de éste, limpiándose las gotitas de sudor y acomódanse el mechón de cabello negro que formaba su mohicano. 

— ¿Por qué no me esperaste?— Bill dio un pequeño salto de sorpresa. Girándose, se encontró a una chica diminuta que lo miraba con un puchero.

—Lo siento, Belle. Llevo prisa. — Cerró la puerta del casillero y tomó la mochila que había arrojado al suelo.

Comenzó a dar pasos apresurados hacia la puerta de salida y la chica lo seguía trotando. Las piernas de Bill eran casi el doble de largas que las de ella, pero no parecía tener la intención de rendirse. Por un momento Bill se sintió en la escena de una película donde lo perseguía una especie de elfo doméstico o un hobbit. Habría bromeado con eso en voz alta de no ser porque la urgencia de salir de ahí aumentaba a cada segundo.

— ¿Qué es tan urgente? — él la ignoro, dando pasos aún más largos. — ¡Oye, ten piedad de mis piernas cortas!

Bill se detuvo hasta que ella logró alcanzarlo. —Hoy cumplo un año con Tom. Tengo que regresar a casa antes de las ocho así que quiero aprovechar cada segundo. Mi tiempo es tan valioso ahora que ya me debes.

No quiso arriesgarse a que ella dijera otra cosa así que simplemente echó a correr sabiendo que no podría alcanzarlo.

 


Tom ya estaba esperándolo afuera de la escuela cuando Bill por fin salió. El pelinegro se detuvo solo dos segundos y luego volvió a correr cuando visualizó al otro chico recargado en el capo de un auto. Bill se lanzó a Tom, rodeándole el cuello con los brazos y el otro chico apenas logró mantenerse en pie mientras sostenía el peso de Bill.

—Vaya, hola. — Ambos chicos sonrieron cuando se separaron y se vieron frente a frente. Bill no contestó al saludo, sino que simplemente cerró el espacio entre los dos y se puso a besar a Tom por toda la cara. Sus labios fueron la última parada, quedándose adherido a ellos por un largo rato.

—Feliz aniversario. — dijo Bill después del beso. Tenía todavía los brazos sobre los hombros de Tom y los de este estaban alrededor de su cintura justo debajo de su mochila negra de imitación piel.

— ¿Y mi regalo?

—Te lo daré más tarde. — Tom jaló a Bill más cerca. Ambos sonreían casi estúpidamente y Bill podía jurar que tenían a más de un testigo observando la escena. Sólo esperaba que ninguno de ellos tuviera intenciones de tomar una foto y mandársela a su madre.

—Yo te daré el tuyo ahora.

Sin romper la posición en la que estaban, Tom se las ingenió para mover su brazo hasta la bolsa de su pantalón y sacar algo envuelto en un pequeño trozo de tela. Se separaron un poco para que Bill pudiera tomar el objeto en su mano y desenvolverlo.

— ¿Un anillo?

Bill giró la argolla en sus dedos. Su vasto conocimiento le hizo saber casi al instante que, aunque lo pareciera, el anillo no era de plata. Pero no podía importarle menos; era hermoso y se lo había dado Tom. Por dentro tenía grabados cuatro números: 0901, o sea, el mes y el día en el que se habían hecho novios hacía ya un año.

Tom se apresuró a poner el anillo en el dedo de Bill, que no paraba de sonreír. — ¿Te gusta? Sé que no es muy sofisticado pero…—

—Me encanta, Tom. Es perfecto.

There's a shop down the street,
where they sell plastic rings,
for a quarter a piece, I swear it.
Yeah, I know that it's cheap,
not like gold in your dreams,
but I hope that you'll still wear it.


Bill había pensado mucho en este día. Se había imaginado la celebración perfecta, aunque sabía que su realidad con Tom superaba con creces cualquier cosa que su mente pudiera imaginar. Su novio siempre tenía ideas grandiosas para que la pasaran bien, incluso si no incluían ir a un restaurante lujoso o un paseo en yate.

Se conocieron en un parque donde los chicos con dinero como Bill iban a pasar el rato. Tom no era como ninguno de ellos, principalmente porque asistía a una preparatoria pública y tenía que juntar monedas con sus amigos para comprar una cajetilla de cigarrillos y compartirla.

Bill no sabía si había sido una coincidencia encontrarse con Tom aquel día, porque él nunca acompañaba a sus amigos a fumar al parque y porque ese lugar era demasiado elitista como para que Tom se paseara por ahí continuamente. Accidente, coincidencia, destino, suerte, obra de Dios… No estaba seguro de que había sido. Él solo sabía que ese momento había marcado el inicio del mejor año y medio de su vida. Y los que faltaban.

Para Tom las cosas eran similares. Cuando se atrevió a hablarle al pelinegro que estaba sentado fumando, un poco lejos de donde estaban sus amigos, jamás se imaginó que se convertiría en la persona más importante de su vida. Porque los chicos como Bill no salen con los chicos como Tom. Pero es que para Tom, en el mundo no había nadie como Bill. Él era uno en diez millones y definitivamente la vida lo estaba premiando por algo al permitirle enamorarse de él.

Pero la felicidad perfecta es una fantasía. Si bien a Bill los estereotipos le importaban un carajo, su madre no pensaba lo mismo. En cuanto se enteró que su único hijo salía con un chico cuya madre lo había abandonado con su abuela para irse con un hombre y que no sabía siquiera el nombre de su padre, puso el grito en el cielo. Ni siquiera el hecho de que Tom no fuera un riquillo de los que Bill frecuentaba la había alterado tanto como el saber que era un huérfano.

Las cosas no mejoraron cuando continuaron viéndose a escondidas aun cuando la madre de Bill le había prohibido no verlo más. La primera vez que la madre de Bill vio a Tom, fue un día en que alguien le avisó anónimamente que su hijo estaba besuqueándose con un chico en el parque Escocés y ella dejó todo para ir a comprobarlo con sus propios ojos.

Las palabras que esa mujer le gritó a Tom en la vía pública aún duelen cuando el chico las recuerda. Había criticado cada aspecto físico de Tom, su falta de dinero y de criterio por creer que podía salir con Bill. Lo había acusado de estar interesado sólo en su dinero. Pero Bill y Tom sabían que eso era lo menos importante en su relación. Y Tom estaba dispuesto a pelear contra cualquiera por tener a Bill a su lado.

 

— ¿Dónde lo quieren? — el tatuador miró primero a Tom y luego a Bill. Era un amigo de Tom al que habían convencido de marcarles la piel aun cuando faltaban algunos meses para que pudieran hacerlo. Ese era el regalo de Bill para Tom.

Era un tatuaje pequeño que no tardo más de una hora en estar plasmado en ambos cuerpos; el nombre del otro en el lateral del pulgar. Bill presentía que a su madre le daría por lo menos un ataque cardíaco cuando lo viera, pero no se arrepentía en lo más mínimo de lo que acababa de hacer.


Yeah, the ink may stain my skin,
and my jeans may all be ripped.
I'm not perfect, but I swear,
I'm perfect for you.

Fueron al departamento de Tom para pasar el último par de horas que les quedaban para celebrar. La abuela de Tom estaba mirando televisión con los ojos entrecerrados como si estuviera a punto de quedarse dormida. Saludó a Bill con una enorme sonrisa y con ese tono cariñoso que su voz tenía siempre que se dirigía a él. Bill no quiso que ella se levantara, así que se acercó a saludarla con un beso en la mejilla.

La mujer tomo su mano recién tatuada entre las suyas. —Me da mucho gusto que estés por aquí, hijo. —ella siempre los llamaba hijos y eso a Bill lo hacía sentir aún más cómodo.

El moreno sabía que la abuela de Tom se había esforzado cada segundo de su vida por darle a su nieto todo lo que necesitaba después de que sus padres se desentendieron de cualquier responsabilidad con él. Tom solo podía recordar a su abuela siendo buena con él, trabajando como cocinera en un pequeño restaurante del centro por casi doce diarias para que él tuviera una cama donde dormir y un plato de comida en la mesa.

Aunque Tom había empezado a trabajar desde los quince años, el dinero siempre era un problema que preocupaba a su abuela más de la cuenta y que con el tiempo la había hecho enfermar. Lo que Tom más quería en la vida, además de vivirla con Bill, era lograr que su abuela pudiera dejar el trabajo y pasar el resto de sus días sin preocupaciones.

 

Bill hundió su cabeza en la almohada un poco más, recibiendo gustoso la lengua de Tom en su boca un poco más profundo. Estaban inmersos en uno de esos besos que solo podían darse en la intimidad de la recamara de Tom, donde sabían que estaban completamente seguros. El pelinegro tomó a Tom por la nuca para acercarlo un poco más y hundió sus dedos en su cabello castaño mientras Tom ponía una de sus manos en la cintura de Bill y la otra a un lado de su cabeza.

Si tuvieran más tiempo quizá podrían intentar llegar más lejos, pero no era así. Bill le había mentido a su madre diciéndole que iría a casa de Belle para un trabajo escolar y, aunque ella no parecía muy convencida con la idea, le dio permiso con la condición de que regresara a casa antes de las ocho.

Justo recordó que no le había dicho a Belle que lo encubriera, cuando el timbre, seguido de unos gritos en la sala, los hizo separarse instantáneamente. Bill miró a Tom con una expresión de pánico al reconocer la estruendosa voz de su madre. No alcanzó a decirle nada antes de que la puerta de la habitación se abriera.



And there's no guarantee,
that this will be easy.
It's not a miracle you need, believe me.
Yeah, I'm no angel, I'm just me,
but I will love you endlessly.
Wings aren't what you need, you need me.

— ¡No me cabe en la cabeza que me hayas mentido para irte con ese vago! —la madre de Bill no espero a que estuvieran dentro de su casa para comenzar a gritarle a su hijo. El trayecto de diez minutos en auto que habían recorrido desde la casa de Tom estuvo sumergido en un tenso silencio, donde Bill intentaba con todas sus fuerzas contener las lágrimas que se asomaban en sus ojos.

—Confíe en ti Bill, confíe en tu palabra cuando dijiste que no lo estabas viendo más. Y ahora me entero que no solo has seguido con esa relación estúpida, sino que además me mientes para verte con ese. —Ella no baja la voz en ningún momento y Bill solo se queda parado a mitad de la sala con los puños cerrados y los labios apretados. Tiene tanto por decir y aun así las palabras se atoran en su garganta como si pelearan por salir todas a la vez.

—Tú… ¡tú no sabes nada de él! No puedes… no… tu opinión sobre Tom cambiaría si por lo menos te dieras la oportunidad de conocerlo, él…

Su madre no lo deja continuar. —Sé lo que necesito saber. No te conviene. ¡Mira nada más donde vive! No puedo creer que te hayas metido a esa pocilga. ¿No te das cuenta de la clase de vida que te espera si te quedas con ese bueno para nada? Porque quiero que te quede claro que mientras sigas encaprichado con él, no vas a recibir ni un centavo más de mí.

Incluso si su madre tuviera razón, a Bill no le importaría vivir en una casa pequeña o no tener nada de lujos si eso implica vivir con Tom. Maldita sea, podrían vivir al día y Bill seguiría siendo feliz con el simple hecho de saber que Tom lo ama tanto como lo ama él. Pero su madre no va a entender eso ni ahora ni en cien años y Bill sabe lo inútil que será intentar convencerla de que cambié de opinión, así que la deja gritarle por otros diez minutos, escuchando su voz como un eco distorsionado que no logra entender y luego se marcha a su habitación sin importarle que su madre le llame para que vuelva.

 

Belle está sentada en una banca de la preparatoria con los audífonos puestos mientras hojea una revista, cuando alguien de pronto se la arranca de las manos. Levanta la vista y se encuentra con la mirada furiosa de su mejor amigo.

— ¿Qué te pasa? —intenta sonar enfadada, pero su nerviosismo se nota en cada poro de su piel, en el temblor de sus manos y en como intenta ver a otro lado que no sea la cara de Bill.

—Eres una maldita perra envidiosa. Jamás creí que me traicionarías como lo hiciste. —una mezcla de enojo y dolor se instala en el corazón del chico cuando suelta esa frase. Belle era la única que sabía que se seguía viendo con Tom y por eso confiaba en ella. Siempre lo había encubierto hasta ahora, pero quizá solo estaba esperando el momento indicado para clavarle un puñal en la espalda. —Tenías que arruinar justo este día, ¿verdad? No podía ser otro, tenía que ser en nuestro maldito aniversario.

—Tu madre me tomó desprevenida. No me dijiste que te cubriera…

—Era bastante obvio, ¡te dije que iría con Tom! Y eso no justifica para nada que le hayas dado la dirección de Tom —ella se pone de pie sin marcar mucha diferencia en los centímetros más de altura que tiene el chico, se dispone a soltar otra escusa, pero Bill se le adelanta. —Todo esto es por Cory, ¿cierto?

Cory era uno de los chicos que se reunían en el parque Escocés y presumía de su condición de “heterosexual flexible” para tirarle a cualquiera que le parecía atractivo. A pesar de su mala fama, Belle tenía un crush con él y buscaba cualquier oportunidad para acercársele. Hasta que el chico la invitó a salir y luego le pidió que le presentara a Bill. En ese entonces Bill ya estaba con Tom, así que rechazó a Cory al instante y él perdió cualquier tipo de interés en Belle.

— ¡A mí me gustaba Cory! Y tú que tuviste la oportunidad lo trataste como mierda y lo rechazaste sin si quiera considerarlo. Escogiste a Tom, que no le llega ni a los talones y…

—Cállate. Tom, a diferencia de cualquiera en esta escuela, es auténtico y todos sus sentimientos son sinceros. Estoy harto de que todos crean que tienen el derecho de decidir que me conviene y que no cuando no saben una mierda. No me vuelvas a hablar en tu vida, Belle. Olvida que alguna vez fuimos amigos, ¿me entendiste?


Yeah, your friends may think I'm crazy,
cause they can only see
I'm not perfect, but I swear, I'm perfect for you.


Tuvieron que esperar más o menos tres meses a que Bill cumpliera los dieciocho y a que el último curso de la preparatoria terminara. Para el pelinegro no fue muy difícil hacer maletas y abandonar la casa de su madre en mitad de la tarde cuando ella estaba en el trabajo. Desde la muerte de su padre, esas paredes habían dejado de ser un hogar para él y cada paso que daba alejándose de ahí era un peso menos en sus hombros.

Se subió en el asiento de atrás de un auto, Tom guardó su maleta en la cajuela y se le unió dos minutos después. Manejando iba el dueño del auto, aquel amigo de Tom que los había tatuado y en el asiento de copiloto estaba la abuela de Tom.

Antes de que el auto arrancara, Bill vio por última vez la que había sido la casa por dieciocho años y que ahora le parecía más bien una prisión de oro donde podía tener todo lo que pidiera, pero no necesariamente todo lo que quisiera. Y lo que quería era estar con Tom.

El castaño observó como Bill miraba por la ventana y hubiera deseado poder leer los pensamientos del chico. Aún quedaba en él un rastro de miedo a que Bill se arrepintiera de escapar juntos. Pero Bill salió de su trance unos segundos después y volteo a verlo con una sonrisa en los labios, entrelazando sus dedos con los suyos.

There's a house on the hill,
with a view of the town,
and I know how you adore it.
So I'll work everyday,
through the sun, and the rain,
until I can afford it.

Los tres se mudaron a un pequeño pueblo de Alemania donde la abuela de Tom tenía una casa de dos habitaciones mucho más bonita que en la que vivían en Berlín e iniciaron un negocio de cafetería con algo de dinero que Tom y Bill habían ahorrado.

Bill nunca supo si su madre intentó buscarlo y tampoco intentó volver alguna vez. El plan había funcionado, era como si se lo hubiera tragado la tierra. No podía negar que hubo días difíciles en los que extrañaba un poco lo que había dejado atrás pero siempre encontró la forma de superar cualquier obstáculo.

—Si sientes mucho frio podemos entrar. —Tom depositó un beso en la mejilla fría de Bill. Estaban envueltos en una manta, Tom sentado en el pasto y Bill entre sus piernas recargando la espalda en su pecho.

—Para nada, estoy perfectamente. Bill jugaba con el anillo que tenía puesto en el dedo anular de su mano derecha, ese que Tom le había dado en su primer aniversario.

Muchas cosas pasaron en ocho años, pero el amor que se tenían estaba casi intacto. Ahora era más intenso, más real… más libre. Sus momentos favoritos seguían siendo los que pasaban juntos y podían pasar las veinticuatro horas del día pegados al otro sin sentir que necesitaban su propio espacio.
Tom no recordaba que alguna vez hubiera sido tan feliz. Tenía al amor de su vida entre sus brazos y en ese momento podía jurar que ninguna adversidad podría contra ellos. Jamás se le pasó por la cabeza que lo suyo con Bill no fuera a funcionar, porque realmente, su amor no tenía fin.



Larissa C.B.
 

3 comentarios:

  1. Larissa escribes tan bonito❤ ¿puedo pedirte que hagas un long fic de esto? ¡por favor! Presiento que sería uno de lo fics más bonitos.❤

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    1. Valee, muchísimas gracias por tus palabras. No puedo prometer nada con lo del long fic ): pero si mi tiempo libre me lo permite, quizá en algún momento suceda. <3 Gracias por leer!

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  2. Lariii, siempre escoges canciones tan bonitas ))))): que te digo, me encantó como todo lo que escribes! Me perdí esta entrada la semana pasada porque estaba en exámenes y eso pero ahorita voy a la entrada de hoy :D

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