Capítulo dos.
Querido
Bill:
¿Por qué
eres tan desconfiado? Leí la carta en tiempo y forma, justo como me lo pediste.
Hace cinco minutos que te quedaste dormido y aunque estás tendido a mi lado en
la cama, abrazándome, no creo que cuente como si estuvieras aquí.
A diferencia
de ti, no recuerdo el momento exacto en el que comencé a verte como más que un
hermano. No dejas de sorprenderme con esa memoria que tienes. Pero sí hay una
cosa de la que estoy seguro: me enamoré de ti antes de sacar tu trasero
congelado de esa estúpida laguna, mucho antes. A estas alturas ya deberías
saber que yo siempre soy el primero en todo y en este caso no fue la excepción.
No me pidas que recuerde como o cuando fue porque es imposible, solo pasó y ya
está.
Mamá solía
decirnos todo el tiempo que debíamos cuidar el uno del otro porque eso es lo
que hacen los hermanos y yo me lo tomé demasiado en serio, te lo juro. Quizá no
sea tan fuerte como tú piensas, quizá solo sea muy bueno ocultando mis
inseguridades y mis miedos y Bill, soy demasiado bueno convenciéndome de que
puedo contra todo y contra todos, en especial si se trata de ti.
A veces la
mejor manera de ocultar lo que siento es ser el narcisista vanidoso que el
mundo piensa que soy. Si comenzara a ser quien de verdad soy frente a las cámaras
estaríamos arruinados, Bill, porque no sería capaz de quitarte las malditas
manos de encima. Estoy seguro de que esas fans de las que hablas, las que ven
más allá y logran descifrar lo que hay detrás de mis miradas, de mis palabras y
de mis sonrisas, también notan esa ligera tensión entre nosotros cuando estamos
desprevenidos.
Cuando Shiro
me pidió que te abrazara para ese tonto video, me sentí indefenso. Tuve miedo.
Creí que no podría controlarme y que al abrazarte evidenciaría aún más lo que
ya muchos sospechan. Por eso te agradezco que hayas sido un hijo de puta y no
me abrazaras de vuelta (al menos no completamente), evitando la bomba que
hubiera sido que nos abrazáramos como dios manda.
Contenerse no
es fácil y lo es menos cuando te contoneas por el escenario y te acercas a
cantarme al oído. Entiendo lo de anoche porque era nuestro maldito cumpleaños y
estábamos un poco ebrios ya, pero hay ocasiones en las que apenas puedo
concentrarme en otra cosa que no sea tu trasero rozándome la pelvis en mitad de
un concierto. Igual espero que no dejes de hacerlo porque me encanta. En
realidad no hay algo de ti que no me guste.
Sólo tú
conoces cada parte de mí y sinceramente no entiendo cómo no te has hartado de
estar conmigo y mucho menos por qué demonios me amas con esa intensidad. Y el
hecho de que no lo entienda no quiere decir que no lo corresponda, porque lo
hago Bill. Creo que nuestra relación es un constante “no lo merezco” de parte
de los dos y es precisamente por eso que nos merecemos. No sé si entiendas lo
que quiero decir. Sería más sencillo si simplemente te dijera que te amo pero
no considero que esas dos palabras envuelvan todo lo que siento por ti.
Definitivamente
te equivocas en eso de que yo podría vivir sin ti. De hecho, nunca habías
estado más equivocado en tu vida. Podría vivir sin oxígeno pero no sin ti y me
importan una mierda las reglas biológicas, estoy seguro de que sería así.
No entiendo
por qué hago esto cuando soy una mierda escribiendo. Todo sea por seguirte la
corriente y hacerte feliz, que prácticamente son mis dos principales tareas
como Tom Kaulitz, el hermano gemelo extremadamente complaciente de Bill
Kaulitz. No te preocupes, encontraré una forma de que me pagues el favor que
involucre una cama y litros de lubricante.
Es un camino
difícil el que estamos recorriendo, Bill, pero estoy dispuesto a continuar si
tú lo estás. Contigo a mi lado sé que soy capaz de cualquier cosa.
Feliz
cumpleaños hermanito. Y de verdad, te amo.
Tom.
P.D.: Georg
es espantosamente cursi, pero me gustó el regalo (solo dime cómo carajos voy a
llevar 26 rosas una por cada año que llevamos
juntos en el avión).
Listo, 2/2 (:
Larissa C.B.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario