viernes, 27 de noviembre de 2015

Collar full: Siete.

El penúltimo capítulo publicado de Collar full. Igual que el capítulo seis, éste también tiene algunos cambios (:
 
 
Capítulo 7
 
La mirada de Bill está tan fija en mí que puede que me haya perforado la mejilla. No me quita la vista de encima en todo lo que dura la junta con los productores y yo estoy tan absorto pensando en eso que ni siquiera soy capaz de enterarme de lo que dicen. La situación es bastante bizarra porque es Georg quien está fungiendo como representante de la banda y es el que más habla en la junta, si no es que el único.

Me doy cuenta de que la reunión ha terminado cuando todos empiezan a levantarse de la silla y a despedirse con apretones de manos. Y solo me entero de que hay otra junta para decidir las canciones oficiales la siguiente semana porque uno de los ejecutivos me lo dice al despedirse de mí.

De camino a casa, Georg y Gustav hacen la función de intermediarios en la conversación. Nos hacen preguntas vagas y se responden a sí mismos cuando ni Bill ni yo las contestamos. Este quizá sea el momento más incómodo que hemos tenido como banda, superando con creces la noche en que nos vimos desnudos y borrachos al mismo tiempo por primera vez.

Todos saltamos fuera del auto cuando llegamos al departamento y una vez dentro de este las cosas no van mejor.

—Bueno, los dejamos para que hablen— Gustav y Georg abandonan la sala prácticamente empujándose el uno al otro y Bill y yo nos quedamos como tontos sentados en el sillón y evitando mirarnos.

—Este lugar es muy bonito— dice Bill. Se aclara la garganta después.

—Lo es.

Otro silencio.

— Bill…—me animo por fin a hablarle. Sus ojos se agrandan, sorprendido de que sea yo quién decide hablar primero.

—Quiero que arreglemos las cosas Tom, no podemos seguir así. —Aquí vamos de nuevo.

— ¿Y cómo vamos a solucionarlas?, ¿Cuál es tu plan? Porque tú mejor que nadie sabes que no quiero volver a fingir que estoy bien con solo ser tu hermano. — me pongo a la defensiva, previendo que Bill sugerirá que deje de intentar llegar a algo más con él.

—No, Tom, escúchame por favor— se queda callado un momento, con la cabeza baja. —Yo… quiero intentarlo.

We’ve waited so damn long, we’re sick and tired

¿Había escuchado bien? Seguramente tenía la boca abierta de la impresión.

— ¿Qué… estás hablando en serio?

—Nunca en mi vida había hablado más en serio— Bill se recorre un poco en el sillón hasta que nuestras piernas se rozan. —Estos meses sin ti fueron una completa tortura. Nunca me había percatado de lo cierta que es esa frase que dice ‘no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes’, ¿sabes? Eres lo que más amo. Todo este tiempo he estado negándome a obedecer a mi corazón, siempre siguiendo lo que me dice la razón: no puedes, es tu hermano, está mal. Pero ya me canse. Ya no me importa. A veces hay que ser un poquito egoísta y pensar solo en la felicidad de uno mismo, ¿no crees?

I won’t left any doubt or stone unturned

— ¿Por qué habría de darte una oportunidad, cuando tú siempre me la negaste?

—No lo sé… ¿por qué quién no arriesga no gana?

Después de todos estos años de rechazo, me parece increíble que para Bill sea tan sencillo llegar y decirme un montón de palabras para solucionarlo todo.

A mamá le hacía mucha ilusión que sus dos “pequeños” estuvieran en Alemania y no solo por unos días, así que casi rogó de rodillas a Bill que se quedara en su casa pero él se negó. En cambio, iba a quedarse en la sala de nuestro departamento porque no teníamos una cuarta habitación disponible. Eso a Simone no le hizo mucha gracia y debo decir que a mí tampoco, aunque por razones completamente diferentes.

Aun no estaba del todo seguro de cuales eran exactamente las intenciones de Bill. De un día para otro, mi vida había dado un nuevo giro hacia una dirección que no estaba seguro de saber a dónde iba. Pero lo más molesto era que no me preocupaba tanto el hecho de no saber qué diablos tramaba Bill, si no de no saber qué era lo que yo quería. Es decir, desde que era un adolescente había querido que mi vida y la de Bill fueran en este rumbo y ahora que tenía la oportunidad de que así fuera no estaba seguro de querer tomarla.

Me carcomía las neuronas pensando que quizá yo había orillado a Bill a tomar esta decisión, porque realmente no le deje otra si es que quería seguir viéndome. Le plantee un todo o nada que al final lo arrincono en una callejón sin salida. Tenía miedo de que lo hiciera por eso y no porque de verdad fuera lo que quisiera y que después las cosas terminaran muy mal.

Cuando hablé con Georg sobre ello, no fue de mucha ayuda.

—No es conmigo con quien tienes que estar hablando esto—dijo acomodándose las gafas en la nariz, —es con Bill. Pregúntaselo directamente. Pero eso sí, si te dice que en realidad ser más que tu hermano no es lo que quiere, entonces déjalo así y vuelvan a ser solo gemelos. No quiero que Gustav se estrese de nuevo por lo de la banda, va a enfermarse o algo.

 

Era la cuarta noche de Bill en nuestro departamento. Todos estábamos en el pequeño comedor con un montón de hojas esparcidas por la mesa. Al día siguiente tendríamos otra junta con los productores para seleccionar las canciones del nuevo álbum.

Habíamos escrito y grabado varias canciones antes de que todo el asunto entre Bill y yo pasara. Teníamos tan preparado todo, que íbamos a lanzar el disco el año pasado. Pero luego todo se complicó, por no decir que se fue a la total y completa mierda.

A pesar de eso, tenemos por lo menos quince canciones decentes que podíamos poner a consideración de los productores. Era increíble que estuviéramos a nada de volver a esa vida de la que nos habíamos escondidos por casi cinco años y que Bill y yo aún no hubiéramos solucionado nada inclusive con él viviendo aquí.

Cuando terminamos de discutir acerca del álbum, todos nos levantamos casi a la vez y Gustav es el primero en salir. Georg se queda un momento platicando conmigo pero se va después de unos minutos, cuando la mirada penetrante de Bill le hace sentir incómodo y sale prácticamente huyendo.

Una vez solos, Bill se acerca poco a poco a mí y yo me quedo plantado en la misma posición, sin esperarme para nada el siguiente paso de mi hermano. Cuando está tan cerca que las puntas de nuestros pies se tocan, estira el cuello lo suficiente para que sus labios alcancen los míos. Al inicio es solo un simple roce, estamos sin movernos e incluso contenemos el aliento. Tenemos los ojos cerrados y de pronto siento un ligero movimiento de labios de parte de Bill haciéndome cosquillas, sus manos dejan su posición a los costados de su cuerpo para posarse a cada lado de mi cuello. Me toma un momento asimilar la situación y corresponder. Durante todo el rato que dura es un beso sin apuros, lento y simple, sin tornarse nunca apasionado ni hambriento, somos solo dos pares de labios rozándose.

Soy yo quien corta la conexión de nuestras bocas, no estoy seguro de cuánto tiempo ha pasado. Bill no se mueve mucho, estamos prácticamente respirando el oxígeno disponible en un par de centímetros cuadrados.

—  ¿Por qué hiciste eso? — le pregunto en un suspiro.

—Creí que era lo que habíamos acordado.

— ¿Acordado? — me molesta un poco las palabras que ha usado, como si se tratase de un contrato o algo por el estilo. Sinceramente no quiero que Bill describa nuestra relación así.

—Y porque tenía unas ganas horribles de besarte. ¿Qué tiene? Ya somos más que hermanos, ¿no? —se muerde un extremo del labio inferior, en una actitud inocente y a la vez provocadora que comienza a descolocarme un poco las hormonas.

—Pues oficialmente, no.

— ¿Qué dices? — Bill frunce el ceño y me mira directo a los ojos. Es una pequeña guerra de miradas en la que mis ojos van de su ojo derecho a su ojo izquierdo, me provoca soltar una carcajada pero aprieto los labios y me contengo porque no quiero quitarle seriedad al asunto.

—Que si de verdad quieres que tengamos una relación más allá de lo fraternal, debes ganártelo. — Disfruto un poco de su expresión de sorpresa y me permito sonreír socarronamente, — ¿apoco creíste que ibas a tener a Tom Kaulitz así de sencillo? No Bill, si yo tuve que arrastrarme para tener una oportunidad contigo, entonces también es justo que tú hagas un poquito de esfuerzo por una oportunidad conmigo, ¿no crees?

—Que idiota— me dice, no en un tono molesto o algo parecido si no como siguiéndome el juego, —pero está bien, creo que es justo y acepto el reto.

Ambos nos sonreímos con complicidad, desafiándonos un poco con la mirada y un par de sonrisas idénticas adornan nuestros rostros.

No puedo dejar de pensar que todo esto es algo increíble, es decir, no nos veíamos desde hace ocho meses y antes de eso nuestra relación como hermanos estaba tan desgastada como una cuerda a punto de romperse. Pero nada de eso parecía haber existido ahora. Estábamos parados ahí, hablando como gente civilizada y casi pudiendo palpar esa conexión de gemelos que alguna vez dejo de existir. ¿Así de grande es mi amor por Bill y el de él por mí, que puede vencer incluso un obstáculo como el que habíamos vivido en el último tiempo? Esperaba con todo mi corazón que sí.

 

—Eres un cabrón— Georg y yo estábamos de nuevo corriendo en el parque, como ya era costumbre entre nosotros.

—Bill fue un cabrón conmigo por años.

—Ah, eso sí.

—¿Crees que funcione? — me gustaría escuchar que alguien aparte de mí tiene esperanza en esto, principalmente porque necesito confiar en que no estoy haciendo las cosas mal.

—Eso no lo puedes saber hasta que no lo intentas. —Georg suspira un poco por el cansancio y luego continúa hablando; —Sinceramente, Kaulitz, no sé por qué le estás dando tantas vueltas. Esto es lo que has querido casi toda tu vida, ¿no?

—Bueno si, pero…

—Entonces deja de estar perdiendo el tiempo con estupideces y comienza ya a enmendar las cosas con Bill.

Hay veces en las que pregunto cómo es que Georg siempre encuentra las palabras correctas para hacerme reflexionar y entender. Quizá sea que yo soy muy idiota o que me gusta complicarme la vida, pero la opinión de alguien como él, que me conoce mejor que yo mismo, siempre ayuda.

 

Después del ejercicio siempre nos daba muchísima hambre así que llegamos al departamento dispuestos a asaltar el refrigerador, pero Gustav nos prohibió entrar a la cocina y nos hizo esperar a que terminara de preparar el desayuno.

Bill no se había levantado aún, lo supimos porque había un bulto envuelto en cobertores en el sillón más grande de la sala y solo una maraña de cabellos rubios asomaba por un extremo.

Ya sentados en el comedor, Georg sugirió que despertáramos a Bill para que desayunara con nosotros.

—Es inútil. Hace un rato lo moví e incluso lo patee, pero no sucedió nada. Tuve que cerciorarme de que seguía respirando— Gustav retiro su mano en el momento justo en que el tenedor de Georg estuvo a punto de pincharlo al tratar de tomar una salchicha. —Me parece asombroso que tú ya puedas despertar antes de las dos de la tarde— dijo señalándome acusadoramente con un cuchillo lleno de mermelada.

—Hay que hacer sacrificios para estar con las personas que se ama— dijo Georg antes de llevarse un gran bocado a la boca.

—Sí, esa es exactamente la razón. No puedo vivir sin Georg —yo le seguí el juego, Gustav negó con la cabeza. En ese momento apareció Bill usando unos pantalones deportivos viejos y holgados, una camiseta casi transparente por el uso y los ojos somnolientos que combinaban perfectamente con su despeinada cabellera.

—Bien podrían hablar más bajo. Hay personas durmiendo en su sala.

—Qué bueno que aclaras Bill porque Gustav estaba a punto de llamar a un servicio funerario— Georg volteo a ver a Bill, que se dejaba caer en la silla a su lado.

— ¿Desayunan tan temprano? Que costumbres tan extrañas las de ustedes—pero aun así, Bill tomo un vaso y se sirvió jugo de naranja. Lo bebió de golpe y se sirvió otro más. Yo me quede observando la forma en que su manzana de Adán subía y bajaba mientras el líquido se deslizaba por su garganta y en ese momento me pareció la cosa más sexy que haya visto nunca.

—Es casi medio día. Ustedes dos, apúrense a comer y luego vayan a bañarse, recuerden que la junta con los productores es a las 3. Yo voy a salir.

— ¿A dónde vas, Gustav? — preguntó Georg.

—Lejos de ustedes, claro está— y se fue.

—Gustav está raro— afirmó Georg, eso sí, sin dejar de comer.

 —Tiene novia— soltó Bill como si tal cosa. Abrí mucho los ojos por la sorpresa y a Georg se le cayó el tenedor, que golpeo el plato en un ruido agudo. —Ah, no lo sabían. No vayan a decirle que se los dije, esperen a que él les diga la noticia y finjan sorpresa. Pongan exactamente la misma cara que tienen ahora.

—No puede ser, soy el único soltero de la manada— dramatizó Georg.

—Yo también estoy soltero hasta que logren conquistarme— me encontré con la mirada cómplice de Bill, que había captado el mensaje.

—La tendrás difícil Bill, tu hermano está profundamente enamorado de mí todavía— ambos nos reímos, pero Bill puso una cara de seriedad y fulminaba con la mirada a Georg.

Un pesado silencio se produjo ahí mismo. Yo alternaba la vista entre el enojado rostro de Bill y la posición un poco intimidada del cuerpo de Georg.

—Voy a tomar una ducha. Quizá quieran pasar un momento a solas, ¿no? — Bill empujo la silla hacia atrás y se levantó bruscamente, abandonando la habitación evidentemente enojado.

— ¿Qué demonios le pasa? — yo estaba bastante atónito, no entendía nada.

—Me parece que está celoso.

Espera, ¿qué? ¿Bill celoso de nada más y nada menos que mi mejor amigo Georg? Esto sí que era para quedarse de piedra. ¿En qué momento me habían abducido a este mundo paralelo? Definitivamente mi vida estaba de cabeza.

 

—Qué raro, Gustav nunca llega tarde— Bill miraba una y otra vez el dorado reloj atado a su muñeca derecha. Estábamos en la oficina, los productores también habían llegado ya y solo faltaba Gustav, a quien por cierto no habíamos visto desde la mañana.

— ¿Creen que podamos hacer esto sin él? —uno de los hombres de traje, que tenía más kilos de sobra que cabello en la cabeza, se acercó a nosotros con expresión preocupada. Era mucho más bajo que Bill y cuando este lo volteo a ver, tuvo que agachar la cabeza para captarle los ojos.

—No. Somos una banda y no podemos realizar una junta importante sin uno de los integrantes. Es más, no podemos hacer ninguna maldita junta sin estar los cuatro presentes.

Sonreí. Ese Bill que había creído extinto cuando vivíamos en Los Angeles, el auténtico Bill que creció conmigo en un pequeño pueblo de Alemania y que lo hacia todo por ser fiel a sus sentimientos y a sus ideales estaba ahí parado frente a mí. Recordé lo sucedido aquel día con Matt y me alegre mucho de que Bill hubiera recapacitado y volviera a ser el de antes.

En ese momento Gustav entro en la salita con la cara rojiza por la agitación, se notaba que había corrido para llegar.

—Perdón por la tardanza. No encontraba donde estacionarme.

—Ahora si ya podemos empezar— dijo Bill, mientras todos ocupábamos nuestros respectivos asientos.

 

—Me muero de hambre—el estómago de Georg hizo un sonoro ruido para respaldar la afirmación. Después de una exhaustiva plática con la producción, en donde ni ellos ni nosotros queríamos ceder en algunas de las canciones, habíamos llegado a un acuerdo. Todos estuvimos conformes después de dos horas y media y salimos de ahí ya hartos.

—Yo también, vamos por comida italiana— Bill dio unas ligeras palmadas.

—Bien, yo me voy con Gustav y Bill se va con Tom.

—Todos nos vamos con Tom. Yo no traigo auto— todos volteamos a ver a Gustav al mismo tiempo. — ¿Qué?

—Dijiste que te habías retrasado porque no encontrabas donde estacionarte— le dije. Él se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.

—Mentí.

En el auto y posteriormente en el restaurante, Bill, Georg y yo acribillamos al pobre Gustav a preguntas hasta que nos confirmó lo que Bill ya nos había dicho: Tenía una nueva novia. La conoció porque era la sobrina de una amiga de su madre, se llama Gwen y es dos años menor que él. Salía con ella desde hace solo un par de meses (y no nos lo había dicho el muy cabrón) y al parecer lo trae loco.

—Gustav hijo de puta, ¿y cuándo pensabas decírnoslo? ¿La noche antes de tu boda? — la indignación de Georg se veía bastante autentica.

—Bueno, no quería que supieran de ella hasta que nuestra relación fuera en serio. Ustedes son demasiado importantes para mí como para presentarles a cualquier fulana—. La vena cursi de Gustav salió a relucir para salvar su pellejo de la acusación que había hecho Georg.

El resto de la cena transcurrió maravillosamente; estuvimos platicando y riendo como en los viejos tiempos o incluso mejor. Toda esa sensación de nostalgia se había ido, porque de nuevo tenía eso que más adoraba de mi vida: mi hermano y mis dos mejores amigos. Hubo un tiempo en el que creía que jamás volveríamos a esto, pero me alegraba inmensamente de que fuera así.

Aunque por otro lado, estaba la actitud de Bill con respecto a mi amistad/relación amorosa con Georg. Era evidente que ni Georg ni yo estábamos interesados el uno en el otro y todo eso de amarnos como pareja era solo una broma interna. Nos habíamos hecho todavía más cercanos con lo sucedido los pasados meses y quizá por eso las insinuaciones de enamoramiento entre nosotros eran más frecuentes, pero no quería decir que fuera en serio. Si Bill estaba celoso de Georg, definitivamente había enloquecido.

En fin, no podía quejarme. Bill estaba dispuesto a “conquistarme” y yo estaba ansioso por ver lo que tenía planeado para lograrlo. De un momento a otro mi vida había cambiado favorablemente y estaba tan feliz como no lo había estado en mucho tiempo.  Solo esperaba que siguiera así.
 
Larissa C.B.

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